Siguiendo el hilo del agua

Segovia es, para muchos, sinónimo de Acueducto. Su imponente presencia hace que también haya sido y sea emblema de la ciudad y razón suficiente para una parada por parte de todo viajero. Sin embargo, Segovia invita a caminar y a descubrir los numerosos atractivos que atesora.

Desde la distancia, es lo más parecido a un capricho en un cuento de fantasía. Su perfil serrano la envuelve en una leyenda, la de la Mujer Muerta, y su embrujo se intuye detrás de los perfiles de las innumerables torres de sus iglesias románicas y de su esbelta catedral de estilo gótico, que en los atardeceres rojizos parece arder como antorcha en la cumbre de la ciudad.

Inolvidable para los ojos curiosos del turista es el perfil del Alcázar y la Catedral desde los valles que abrazan la ciudad medieval, rodeada por una muralla de tres kilómetros, que alberga innumerables edificios y obras de arte, testimonio de un rico legado histórico fruto de la coexistencia de cristianos, judíos y musulmanes, que los ciudadanos de Segovia han sabido conservar.

A los pies del Acueducto, el visitante puede dejar caer una mirada más de cerca sobre sus piedras, también llenas de leyenda, e intentar descubrir el hueco que le faltó por completar al diablillo. Sin encontrarlo, va al encuentro de su artífice en la cuesta de San Juan con la esperanza de que revele el secreto.

En Segovia lo terrenal y lo divino están íntimamente unidos y próximos. Durante el descenso hacia el valle del Eresma, puede aprovecharse el paseo para ver los cerezos en flor del Jardín Delibes y, una vez rebasada la Puerta de San Cebrián, encontrarse el primer Monasterio, el de Santa Cruz la Real, hoy sede del IE University.

Sin darse cuenta, el viajero se ha adentrado en la zona de la ribera del río Eresma, elegida por monjes y místicos para establecer en ella su morada, como lo atestiguan los monasterios de San Vicente, El Parral, Los Carmelitas o la iglesia de la Vera Cruz de la Orden de Malta. Los domingos, resulta interesante acudir a la misa de 12 de El Parral para sentir el misticismo del canto gregoriano de los seis monjes que habitan y cuidan el monasterio.

En un giro de 180 grados, el turista vuelve a lo terrenal para dirigir su mirada hacia el río y al puente. Cruzándolo, se adentra en la Real Casa de Moneda de Segovia, una innovadora fábrica de acuñación de monedas construida por deseo del rey Felipe II. Tras su rehabilitación en 2011, este espacio renovado alberga un museo (desde 2012), así como otros espacios de ocio, restaurante, cafetería o tienda, donde poder hacer un descanso..

Máquinas, ingenios y ruedas hidráulicas permiten conocer de forma real cómo se fabricaban las monedas con los diferentes sistemas de acuñación en este museo único.

En la actualidad, la Casa de Moneda está considerada como uno de los ejemplos más antiguos e importantes de Patrimonio Industrial, ubicado en un espacio de incomparable belleza del que no podemos irnos sin conocer el Jardín del Rey y el Centro de Interpretación del Acueducto.

Dentro del recinto de la Real Casa de Moneda se encuentra uno de los rincones favoritos del rey Felipe II. El jardín, de estilo renacentista, mantiene su traza original, los pavimentos de guijarros, las pérgolas del cenador y el pabellón de pesca, que cuenta con pinturas murales realizadas con motivo de la visita de Isabel II a mediados del siglo XIX.

En la Casa de Moneda también se acuñaron monedas con una marca de ceca que dio la vuelta al mundo y se convirtió en todo un símbolo: el Acueducto de Segovia.

Haciendo honor a esta centenaria relación, el nuevo complejo de la Real Casa de Moneda alberga el Centro de Interpretación del Acueducto.

El agua, hilo conductor en todo el complejo del Real Ingenio y también de la historia de la ciudad, está presente en este centro, que guía a través de elementos multimedia e interactivos a lo largo de los más de 15 kilómetros de longitud del acueducto romano mejor conservado del mundo, recorriendo los cerca de 2000 años de historia de este monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985.

VÍDEO