Una villa fortificada, patrimonial y micológica

La villa de Almazán (‘El fortificado’, en árabe), situada en el centro de la provincia de Soria, debe su nombre a uno de sus elementos patrimoniales más atractivos para los miles de turistas que la visitan a lo largo del año: su muralla del siglo XII de la que aún se conservan tres puertas y dos postigos.

Por ellos se accede a un casco antiguo en cuya plaza mayor destacan la iglesia románica de San Miguel, monumento nacional desde 1931; y el palacio señorial de los Hurtado de Mendoza, que alberga el Centro de Recepción de Visitantes en el que se exponen las conocidas como ‘Tablas de Memling’.

A su atractivo patrimonial, sus dos fiestas de interés turístico regional y su gastronomía, se suma en otoño, especialmente, la riqueza natural de su entorno, con unas espectaculares vistas del río Duero a su paso por el parque de La Arboleda. Y también el recurso de la micología, pues los pinares, robledales y eriales de los alrededores son, si las lluvias acompañan, un paraíso para los recolectores de especies micológicas tan apreciadas como níscalos, champiñones, setas de cardo o senderillas, entre otras.